Es lo que mejor saben hacer los cineastas ingleses. Y no es un tópico ni nada por el estilo, a las pruebas me remito: Gosford Park, Howards End, The Remains of the day o la sublime Dangerous Liaisons (Las Amistades Peligrosas). Cine de época. Y aunque en Chéri la "época" sea a finales del siglo XIX, su director, Stephen Frears cuenta con uno de los mejores avales posibles en el campo de las historias de tiempos pretéritos -Las Amistades Peligrosas- también con la actuación estelar de la gran actriz que ha demostrado ser Michelle Pffeifer.
- Reparto de personajes: 9/10
- Montaje: 9/10
- Banda sonora original: 8/10
- Efectos especiales: 8/10
- Sonido: 8/10
- Dinamismo: 7/10
- Originalidad: 6/10
- Ambiente: 10+/10
- Fotografía: 9/10
- Opinión personal: 8/10
- Media total: 8,3/10
Debería empezar diciendo que la estética del filme ya de por sí debería ser un aliciente suficiente como para verla. Es increíble con qué refinado y exquisito buen gusto está construido cada plano, qué brillo y combinación de colores, que maravilloso aprovechamiento de unos decorados con carga simbólica y también qué magnifico vestuario. Bien, quizás el argumento adolezca de una cierta simplicidad y la película en sí no es que sea una maravilla del intelecto, pero el soporte de esta historia, yo lo compro. Me vienen ahora mismo dos escenas a la memoria, una de ellas, un plano panorámico de la costa de Biarritz, con el mar azul que se pierde en el horizonte, y la otra, el paseo por el túnel de flores. En fin, cinematografía si no perfecta, rozando el límite, y diseño de producción, portentoso.
Michelle Pffeifer, Rupert Friend y Kathy Bates y otros intérpretes de no menos talento se sumen en un mundo que se nota decadente y al borde del cambio, como ya he dicho, bellamente representado y aderezado con una música ciertamente original (aunque no me atrevería a decir del todo que adecuada) de mi gran ídolo entre los ídolos Alexandre Desplat, compositor que cuando hace una banda sonora, pone toda la carne en el asador y se entrega a ella en cuerpo y alma. Luego, claro, las músicas que le salen tocan la fibra sensible de cualquiera. No es el mejor trabajo de Desplat, pero los sonidos electrónicos forman una curiosa pareja con la sociedad de finales de XIX, hay que reconocerlo.
Sólo me queda un apartado que comentar, y es que no sé si la novela de Colette estaba tan falta de movimiento y de ese "algo", llamémoslo "alma" que hace que rápidamente centres toda tu atención y enfoques cada recoveco de tu mente a la historia que pretenden contarte o es que a Frears no le interesaba mucho interesar -valga la redundancia-. Se nota como a medio gas, perdiendo fuelle, y al final cuando uno, la verdad, empieza a cansarse de tanto vaivén narrativo sin sentido (que si me caso con esta, que si la dejo, que si vuelvo...), la tensión dramática se pierde, y el final, en lugar de apoteósico resulta más bien tonto. Aunque si de verdad has sido absorbido por la sentimentalidad de la película (para ser justos, sobre todo gracias a todo aquello que he nombrado en los dos primeros párrafos), ten por seguro que no alcanzarás el final de la película sin que algo se mueva en tu propia conciencia empática.
En fin, entretenida película, muy bien hecha, muy bien interpretada (de Kathy Bates no se pueden decir más que halagos, como siempre) pero no tan bien contada o no demasiado bien ideada. La recomiendo encarecidamente, sobre todo si tenéis el día sentimental.
Bob
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